Rumiación como proceso improductivo

Rumiación como proceso improductivo

16 febrero, 2025 Ansiedad Estrés Psicología Psicología On Line 0

La rumiación es una característica muy común en la ansiedad. Aparece cuando nos planteamos algo como un problema (la gravedad del cual se la asignamos nosotros en la mayoría de ocasiones, porque así lo sentimos y así lo interpretamos).

Nuestra cabeza ante el dilema/problema/catástrofe empieza a elucubrar soluciones, salidas, arreglos.

Se acaba de iniciar un mecanismo muy natural, muy humano, que debería resolverse mediante un proceso de pensamiento. O tiene solución que puedo aplicarla por mi parte, o no la tiene y busco ayuda para poder aplicarle esa solución. Esto sería el proceso normal.

Pero, ¿qué ocurre cuando dejamos que nuestra cabeza empiece a dar vueltas a ese dilema/problema/catástrofe? Pues que se inicia el proceso de rumiación.

A medida que vamos dando pasadas, soluciones, sobre pensamos, dedicamos más tiempo y más soluciones, ideamos escenarios, valoramos intervenciones, valoramos pedir ayuda o no, valoramos posibles alternativas vamos desvirtuando el “problema” inicial. Seguimos dedicándole tiempo, seguimos valorando escenarios, posibles alternativas con personajes y respuestas de éstos con los que no hemos hablado, solo suponemos sus respuestas, sus actuaciones. Y seguimos valorando y pensando y buscando alternativas…

¿El escenario anterior os suena? Pues es lo que hace un rumiador. Esa rumiación, a menudo nos lleva por caminos que progresivamente nos van alejando de la realidad del problema (en pocas ocasiones relativizándolo, en muchas ocasiones sobredimensionándolo), dándole una importancia descafeinada o desproporcionada, y despertando (o aumentando) a su paso nuestra propia inseguridad, haciéndonos dudar de nuestras capacidades o habilidades para poder resolverlo, y generando, con esas terceras personas, malos entendidos. Porque, dicho sea de paso, la ayuda la hemos pedido mentalmente, y suponemos que no nos podrán ayudar o no querrán, y nos quedamos paralizados y, al vivirlo de forma tan real en nuestra cabeza, llegamos a confundir si hemos o no pedido esa ayuda.

Este escenario genera un sentimiento de incomprensión, más indefensión y más desvalorización de nuestras capacidades para poder sacar adelante, ya no sólo el problema que nos hemos planteado, sino todos los problemas que se nos puedan plantear.

Visto desde fuera, por la gente que nos acompaña, ven inacción, ven paralización, ven que no resolvemos, que nos preocupamos, pero que somos incapaces de tomar decisiones y de avanzar en el día a día. Y eso ocurre en la mayoría de los ámbitos: social, personal, familiar y laboral.

Explicamos que estamos resolviendo problemas, pero realmente lo que estamos es macerándolos y dando vueltas, sin concretar, sin ejecutar y sin tomar decisiones.

Cómo salir de la rumiación:

  • Dedica sólo un rato al día a la rumiación, acótale el tiempo.
  • El resto del tiempo utiliza autoinstrucciones para indicarte, a ti mismo, que no debes estar dando vuelta a una o varias cosas a la vez
  • Utiliza actividades que requieran una atención amplia. Tu mente ocupada no puede rumiar
  • Trabaja en tu ansiedad, ésta es la que facilita la rumiación.

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