Las relaciones deberían ser fáciles
Podríamos escribir auténticos tomos enciclopédicos sobre las
relaciones. Actualmente hablamos de vínculos afectivos, vínculos emocionales,
vínculos sexuales, flirteos, amantes, parejas abiertas, cerradas, múltiples,
cohabitación, …
Cómo me preguntaron no hace mucho: ¿Ya no se quiere como
antes?
Y pensando, nos preguntamos nosotros: ¿qué es querer como
antes?
Porque de amantes han existido desde la antigüedad.
¿Entendemos como antes las vinculaciones exclusivas? ¿El: “contigo pan y
cebolla”?
Empezar una relación debe significar poner unas bases de
actuación por parte de las personas que la inician. Lo estandarizado es que
normalmente sean 2 personas. Establecer una relación significa que me voy a
relacionar, voy a establecer unas normas y unas reglas de actuación, y que voy
a establecer unos vínculos emocionales, sentimentales y relacionales con una
determinada regularidad y periodicidad. Esto nos va a llevar a establecer un
proyecto vital a nivel personal que se incluirá dentro del proyecto vital
general que tengo en mi vida.
La relación no puede ser La Vida. La relación que establezcamos
personal con diferentes vínculos a diferentes niveles, debe formar parte de
nuestra vida, pero no es la vida con mayúsculas, única, global.
En ocasiones oigo exclamaciones como: “es que no soy su
prioridad”, “es que no soy su vida”…
Intentar ser la vida de alguien podríamos considerarlo
enfermizo. La vida de una persona se compone de múltiples factores y áreas,
donde intervienen diferentes personas. A nivel relacional es donde podemos
establecer exclusividad, o no. A nivel relacional/afectivo/sentimental es donde
entramos en el papel de “pareja”, ahí es donde se establecen las normas y las
reglas de relación entre ambos, y de ambos con los demás.
Monopolizar tiempos, actividades, dedicaciones no suele
traer cosas buenas.
Podéis pensar que cuando alguien establece una relación con
una persona que le gusta, que le atrae, por la que se siente implicado
emocionalmente, afectivamente y mentalmente, quiere pasar el máximo de tiempo
posible con él. Es aquella adicción que tenemos en los inicios, en los primeros
tiempos y las primeras etapas de conocimiento (enamoramiento y conocimiento). Y
os puedo decir que sí, que es cierto. Pero hay que dejar margen y espacio al
conocimiento. Éste se hará de forma correcta si le damos su espacio, conjunto
con el resto de quehaceres, actividades y personas que tenemos en nuestra vida
y que ya la ocupan. Si nos volvemos “exclusivos” con una única persona en todo,
y esa relación no sale adelante, corremos el riesgo de quedarnos solos,
desubicados, desplazados y desconectados de nuestro entorno (social y
familiar).
Dadle al amor (deseo, pasión, enamoramiento, curiosidad,
experimentación, chispa, o como lo queráis catalogar) el espacio que le
corresponde. Tratadlo como algo normal en vuestras vidas. Las absoluteces, las
totalidades, el “darlo todo”, los extremos, no acaban funcionando bien. Se
convierten en fuego impetuoso en muchas ocasiones, quemando todo lo que
encuentran a su paso y, al poco tiempo (o tiempo medio), acaban desgastando por
exigencias, requerimientos incongruentes, desafíos, amenazas, peleas por
situaciones incomprensibles… Porque todo inicio cambia con el tiempo, y las
relaciones lo hacen y deben hacerlo para que sean sanas y aportadoras de valor
y protección.
Quered en la forma que queráis, exclusivos o no, pero cread
la relación que queráis a medida. Si debe o no debe haber más personas sólo lo
debéis establecer vosotros que estáis en la relación. A cada relación sus
normas y sus reglas. Cada relación es única, y como tal, sólo debe tener las
reglas que sus componentes decidan que tenga.
Infieles serán aquellas personas que se salten ese
compromiso al que se llega (normas y reglas dentro de una relación exclusiva).
Bien sea porque está desencantado (porque al principio todo es maravilloso y ha
cambiado), bien sea porque evita el compromiso de la propia relación (y así nos
mantenemos alejados de ese compromiso), bien sea porque nos lo merecemos (Narciso
diría que nadie me garantiza que la persona que está conmigo sea lo mejor),
bien sea porque hemos desconectado, por revancha o por compensación. Sea la
razón que sea, no quita el hecho de que estamos faltando a un compromiso y hay
una intencionalidad detrás de esa falta.
Por ello, y si no queremos vernos en estas situaciones,
hablad con vuestras parejas, hablad de los vínculos que establezcáis, la
comunicación es importante por no veros en una situación en la que no queréis
estar.