¿Alguien dijo ansiedad?

¿Alguien dijo ansiedad?

14 diciembre, 2024 Ansiedad Estrés Proyecto de Vida Psicología 0

Parece que actualmente todos estamos ansiosos, por algo, por alguien, por una situación, por la compra, por las compras, por las navidades, por las vacaciones, por las relaciones, por nuestra pareja, por nuestros hijos, por el trabajo…

Ansiedad, en mayor o menor medida, tenemos todos. Es una reacción propia de nuestro cuerpo, que nos mantiene alerta (gracias a una parte primitiva de nuestro cerebro) y nos prepara para poder reaccionar.

¿Qué ocurre si estamos siempre en alerta, siempre preparados, siempre previendo lo que nos puede pasar, sobre todas las cosas, sobre todo?

Ocurre que esta ansiedad “normal” en la persona, se vuelve en nuestra contra. Nos focalizamos únicamente en los estímulos (imputs) que refuerzan nuestros pesares y nuestros miedos (sesgo atencional), impidiendo que podamos ampliar el espectro de imputs neutralizando así la focalización y haciendo un balance correcto de las situaciones.

Al focalizarnos en los estímulos que alimentan nuestros temores, lo que hacemos es exacerbarlos, ampliarlos, amplificarlos (sesgo interpretativo). Y empezamos a generalizar nuestro miedo a todas las situaciones posibles, elucubrando situaciones futuras (que ni tan siquiera tienen que pasar). El proceso que seguimos para tener una ansiedad elevada y, por lo tanto, que no nos deje funcionar correctamente es:

  • Sobrevalorar una posible situación futura (que no tiene por qué ocurrir, pero nosotros la contemplamos por si acaso).
  • Sobrevalorar la gravedad de la situación (que ni siquiera va a ocurrir, pero si ocurre será la peor de todas las situaciones).
  • Infravalorar los recursos propios para afrontar esa situación simulada, futura, grave e incapacitante para mí.
  • Infravalorar los recursos y apoyo de los demás (por qué voy a pedir ayuda si nadie me entiende ni nadie va a poder hacer nada).

Esto crea un estado de desasosiego, de inestabilidad emocional, que hace pasar a la persona por diferentes estados de rumiación, preocupación, vivencia de emociones derivadas de una situación imaginada, que crea auténticos estragos en la vida cotidiana de las personas.

Se producen entonces tres tipos de respuesta: una a nivel fisiológico (nuestro cuerpo reacciona a la ansiedad de formas diversas: nauseas, dificultad respiratoria, vómitos, dolores estomacales, dolores de cabeza, sudoración…), una respuesta a nivel cognitivo (rumiación, preocupación por la opinión de los demás, creencia que la atención de los demás está encima nuestro de forma constante y dándose cuenta de nuestros errores, si los hubiera…), y una respuesta motora (conductas de huida, comer, bebes o comprar de forma compulsiva, movimientos estereotipados de pies y/o manos, autolesiones…).

Durante todo este proceso físico, la persona sufre mucho a nivel emocional, sintiendo las emociones propias del suceso como si hubiera ocurrido de verdad, sin que realmente éste se lleve a cabo en la realidad.

¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué tengo que hacer estos procesos? ¿Qué ha ocurrido para que yo tenga esto?

  • A veces es un desencadenante muy claro: un accidente, un atraco, un abandono, una ruptura de pareja, un despido… La interpretación que hacemos de este suceso hace que posteriormente desarrolle una autodefensa anticipatoria para que no vuelva a pasar y no vuelva a sentirme como me he sentido en este momento (pensando que quizá no vuelva a ocurrir o no de la misma forma o ya sabré cómo actuar cuando vuelva a ocurrir). No pensamos en cómo aprendemos o evolucionamos, en cómo afrontaremos situaciones parecidas en un futuro, no. Es una anticipación con la misma sensación que tuve en su momento, y esa sensación es la que no quiero volver a sentir y es lo que me hace, en ocasiones, adelantarme a ello.
  • A veces es un desencadenante más insidioso, más sutil, más invisible, pero que está ahí. Éste hace que valoremos situaciones emocionalmente aversivas para nosotros y hace que nos anticipemos a ellas para no volver a pasar, sentir o volver a vivir.

Tanto si es de una forma y otra, el resultado es un estado de ansiedad, que en ocasiones nos hace perder la funcionalidad, ya que tenemos la sensación de estar perdiendo el control de las situaciones que nos rodean. Por ello necesitamos retomar el control y tener el control constante de todas, absolutamente todas, la situaciones diarias, por pequeñas que sean (controlables o no controlables, da igual).

Esto se vuelve en angustia, necesidad de control y evitación de situaciones, previsión, rumiación para poder controlar más y mejor, evitación, anticipación y malestar emocional… Y vuelta a empezar de nuevo con la angustia, la necesidad e control… Y así, hasta el infinito.

Solicitad ayuda cuando tengáis un cuadro parecido al que acabamos de describir. Necesitamos romper ese círculo vicioso de control que provoca ansiedad.

¿Seguimos?

Si te ha gustado, ¡compártelo!

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies