Las EMOCIONES, esas traicioneras…
¿Por qué no puedo ver lo que para otros es tan evidente? ¿Por qué no vi, ni entendí, ni acepté, ni comprendí, ni respondí…, aquello que ahora veo tan claro?
Son preguntas que nos acabamos planteando cuando ocurre algún suceso, problema, engaño, desilusión, decepción con alguien con quién estamos implicados emocionalmente.
Y es que las emociones nos ayudan a entender el mundo, nos ayudan a tener empatía, nos ayudan a tener esa compasión hacia el otro, y son necesarias para nuestras relaciones para con los demás. Pero también nos interfieren en un funcionamiento personal de detección de abusones, «chupa sangres», mentirosos y grandes estrategas que se benefician de ese hecho para medrar a nuestra costa.
Y cuando todo se descubre, porque tarde o temprano, todo se descubre, nos sentimos como el “despistao” de la película, como aquel ser con ángel que no ve la malicia en nada, pero como están las emociones por en medio, se nos hace muy difícil el poder verlo.
Las emociones nos ayudan a conseguir trabajo, a relacionarnos en él, a trabajar bien, a que se nos den bien las cosas, a disfrutar de los amigos y de la familia, a enamorarnos, a descubrir cosas, a tener aventuras, a planificar vacaciones, a hacer planes de futuro, a ver las cosas de diferente forma, nos ayudan a buscar metas, a tener objetivos, a tener motivación.

Carecer de las emociones correctas o no poder desarrollarlas para nuestra adaptación hace de nosotros seres suspicaces, analistas hasta el último detalle, a que no nos basten las explicaciones más sencillas, a necesitas explicaciones completas y detalladas (incluyendo minutaje de cada caso en concreto), a desechar la buena fe, a no manifestar empatía, a la manipulación y el uso de las personas.
Es importante una gestión correcta de los estados emocionales y la expresión correcta de las emociones. Desarrollamos habilidades de comunicación con los demás, sabemos pedir las cosas que necesitamos de una forma adecuada, no utilizamos la ironía/sarcasmo como modo de comunicación con los demás, no lanzamos retos imposibles de conseguir por la otra persona ni por nosotros mismos, nos adaptamos a la realidad que nos envuelve.
¿Qué debemos hacer para una correcta gestión emocional?
- No tener miedo de nuestras emociones: reconocerlas y aceptarlas que están presenten en cada momento es importante. Si sentimos ira o sentimos frustración, adaptaremos nuestras actividades bajo la premisa que actuamos bajo esas emociones y dejaremos de lado decisiones y acciones que no las requieran hasta que estemos en mejores condiciones para hacerlas. Si tenemos alegría, tristeza, exactamente igual. Reconozcamos que están y actuemos en consecuencia con ello.
- Comuniquemos nuestras emociones, no nos dé miedo. Habrá gente que se reirá por nuestros enfados, por nuestras alegrías o por lo que acabamos sintiendo en un momento determinado. Pero también habrá otra mucha gente que respetará nuestros estados emocionales (como debe ser), porque hoy me ha tocado a mi estar así, sí, pero mañana…. Quién sabe a quién le tocará expresar emociones. Las emociones se respetan.
- No compensemos ni manipules las emociones propias o ajenas. Aprovechar una situación emocional no es de ser buenos estrategas… Puede que nos salgamos momentáneamente con la nuestra, pero al final se nos volverá en contra. Pensar que el otro está vulnerable y aprovecharlo, no dice mucho de nosotros como persona, y acabará pasándonos factura, porque el otro no estará vulnerable toda la vida….
- Los reajustes emocionales cuestan, no pretendamos ir corriendo a solucionar un estado emocional con el que nos sentimos incómodos, porque al final acabaremos huyendo de toda incomodidad que se nos presente.
Consultad, por favor, con los profesionales de la salud que os acompañan.
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