¿Tengo una relación tóxica?

¿Tengo una relación tóxica?

15 marzo, 2024 Afrontar el Cambio Ansiedad Autoestima Psicología Psicología On Line Relaciones 0
(Texto revisado de 2016)

El otro día estaba pensando en las relaciones, en las personalidades dependientes, en abusos y en sentirse anulado respecto al otro. Y en lo mal que a veces se entienden (o se interpretan) estas relaciones.

El otro día sin más (las conversaciones en el tren dan para mucho), recordaba una conversación que escuché un día volviendo a casa en tren, después del trabajo…, un chico decía a otro:

– Tengo que probar si soy capaz de tener una relación estable con una chica…

– ¿Y en quién has pensado?

– Primero tengo que ver si funciona, y luego ya se lo pediré a…

Sólo tres frases de una conversación que me dijeron mucho:

No tenemos en cuenta a la persona que tenemos enfrente. No tenemos responsabilidad emocional hacia ella y, por tanto, no valoramos sentimientos, ni emociones, ni historia, ni familia, ni amor ajeno…

Utilizar a la persona como un mero vehículo de comprobación y desecho, prueba de probeta de laboratorio, para poder llevar a cabo una acción que no sabemos si tendrá un resultado positivo siquiera. Y para ello habremos utilizado otro ser humano como cobaya para probar si somos capaces de hacer algo. Algo a lo que estamos predispuestos por pura genética social heredada…

Somos seres sociales (no me canso de decirlo), somos quienes somos gracias a los otros, al que tenemos enfrente, al que nos cruzamos por la calle, a quién nos dirige política y socialmente, al vecino, al dependiente, al cartero…

Somos quienes somos porque estamos dentro de un sistema social que nos predispone a estar conjuntamente con otras personas para realizarnos, para identificarnos.

Otra conversación versaba sobre celopatía llevada al extremo. De no soportar “ni que el viento la roce…” (típico de culebrón y/o de gran tragedia televisiva). Sentimientos que llevamos al extremo relaciones, que llevan a que la otra persona llegue a anularse a sí misma para poder “agradar” a su pareja. Qué vestir, con quién hablar, con quién quedar, verse, hablar, comprar… Extremos que no son buenos para la propia estabilidad mental de la persona que lo sufre, ni la que lo piensa. Es un sentimiento de posesión mal entendido y mal interpretado, y por ende, mal ejecutado hacia el otro.

Debemos ser compañeros de viaje, que comparten experiencias y vivencias.

Nadie debe poseer a nadie en el sentido literal de la palabra como a veces se da a entender en estas situaciones.

Los puntos de fuga (intentar escapar de situaciones que no nos son agradables, que las vivimos con angustia), y cómo se llevan a cabo son los que preocupan. Estas situaciones provocan hechos y acciones, por ambas partes, que “chirriarán” dentro del comportamiento socialmente aceptable.

Como en una adicción a sustancias, comprobaremos que estamos llevando a cabo una relación tóxica y nada saludable cuando:

  1. Se convierta en una obsesión que no permita desarrollar las actividades de vida diaria de forma “normal”, desarrollarlas con la normalidad con las que se deberían desarrollar, con un pensamiento único y recurrente que imposibilite el hecho de pensar en cuestiones cotidianas.
  2. Llevar a cabo acciones de “espionaje”, “control”, “animadversión” hacia los demás… y que estas acciones desplacen la vida social y laboral normal que lleva a cabo una persona diariamente.
  3. No prever las consecuencias que se puede derivar de esta obsesión, tanto para uno mismo como para la otra persona.
  4. Negar que sea una actitud fuera de lo común.
  5. “Sufrir de amor”, como dirían los grandes melodramas con los que hemos crecido, nos han contado y vemos cinematográficamente.
  6. Mantener conductas para nada ajustadas a nuestra edad, nuestra actividad laboral y/o personal.
  7. No guardar distancias de edad ni de necesidades según estadio vital, argumentando orientación, enseñanza y/o consentimiento hacia la otra personal (tanto a nivel masculino como femenino)
  8. Tener la sensación de que nada de lo que hacemos, decimos, programamos o ideamos es suficiente para la persona a la que dirigimos nuestro afecto.
  9. Tener la sensación de pasar una prueba final en cada paso que damos en el día a día. Vivir en una constante cuenta atrás hacia el final de la relación.

Si detectamos alguno de estos síntomas, es que hay algo que no anda bien en nuestra relación con la pareja que hemos escogido. Y debemos empezar a plantearnos terminarla.

El amor, como tal, es diferente a estas situaciones descritas.

¿Seguimos?

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