No, el amor no lo puede todo.
Tenemos muy idealizado el amor. Los cuentos de hadas, nuestra historia relatada en libros (idealizada por sus escritores), las novelas de los grandes clásicos, la gran época del romanticismo y, más recientemente, el cine y las telenovelas, nos han inculcado, que donde haya amor, todo se puede.
Pero no es así. La realidad vivida, la del día a día, nos demuestran que no lo puede todo:
- Desacuerdos en la educación de los hijos, sobre la salud de los hijos, incluso el hecho de tener hijos.
- Enfermedades largas (incluso no tal largas), de salud física y/o mental, de algunos de los miembros de la pareja, de familiares más cercanos o menos, desgastan y deterioran la relación, hasta el punto de romperla: por desgaste, por miedo, por autoprotección, por agotamiento, por no tener los suficientes recursos, por no usarlos, por no saber usarlos, por no querer usarlos…
- Consumo de sustancias por uno o ambos miembros de la pareja, adictos y coadictos entran en espirales de destrucción y autodestrucción, que hacen que la pareja, en ocasiones, sea el peor de los entornos.
- Celopatías, amores mal entendidos y expresados, violencia física, verbal y/o psicológica, también hacen que el entorno de la pareja sea el menos aconsejado.
- Defunciones dentro y fuera de la propia familia. en ocasiones no se sabe respetar ni tiempos ni lutos de las personas. Cada uno tiene sus tiempos de proceso y de conciliación y vuelta al funcionamiento vital diario.
Y así podríamos seguir con infinidad de casos. Alguien puede incluso decir que si se produce todo esto no es amor. Pero lo cierto es que las personas que están juntas sienten ese amor como vínculo, a veces sagrado (y no me refiero a su variante sobrenatural o religiosa, sino a ese valor moral inquebrantable que uno quiere darle a algo), y les hace permanecer unidos pensando que juntos, encontraremos la mejor opción.
Y ese juntos destruye más que construye si no se entiende correctamente.
En consulta veo pacientes que, aún ya separados de sus parejas con las que creían que se podría superar todo juntos, siguen sufriendo acoso y seguimiento de esa pareja. Es cuando aparece:
- Chantaje emocional, manipulación, tanto de la propia pareja o expareja, para provocar un retorno y seguir con las mismas conductas y hábitos, pero que aquello es lo que creen que debe darse y como debe ser, así como también por parte de los familiares de la pareja “abandonada”.
- Conductas reprobatorias intentando una coacción de “vuelta al redil”. Porque desandar lo andado no siempre es la mejor forma de llegar a solucionar cosas y problemas. Convencer de que cualquier tiempo pasado fue mejor porque allí se fue feliz en alguna ocasión, no es solución a casi nada: ni las personas son las mismas, ni el entorno es el mismo, ni siquiera la situación personal, laboral y vital no son las mismas. Ese desandar hacia atrás no garantiza para nada que se pueda recuperar un equilibrio que quizá no se dio nunca.
- Oír el descrédito, la vejación y el vilipendio por parte de la pareja “abandonada”. El insulto, la palabra mal utilizada en el sentido del descrédito, es habitual en la persona que no entiende por qué han cambiado las cosas que a él le vienen bien…
Y podemos seguir con más situaciones. Lo cierto es que tenemos tan idealizado el amor que cargamos con responsabilidades autoadquiridas, por el qué dirán, porque se supone que son mi responsabilidad, porque nadie podrá decirme que no me he dedicado, que no he hecho o no he ido… Aún está por ver aquel sitio donde está escrito el se supone. Eso conlleva un dolor vital interno que ahoga a las personas, las entristece, las angustia, las enferma…
En todos estos casos, para salir más o menos airoso (a veces como el famoso gallo de Morón), es necesario que, entre otras muchas cosas:
- Establezcamos unos límites vitales, situaciones, emocionales… Aquel límite que no se establezca no será respetado. Si ya cuenta que se respeten los que se ponen, imaginemos qué puede ocurrir con los que no.
- Intentemos saber parar aquello que no nos gusta, que nos vemos forzados a hacer, que nos provoca dolor y sufrimiento. Quizá debamos afrontar cosas con dolor y sufrimiento, pero en sentido constructivo. Sufrir por sufrir, destructivamente, no es una situación vital normal.
- Pidamos ayuda si no somos capaces de hacer la lectura correcta de una situación, si no podemos salir adelante con todo lo que nos ocurre, si no sabemos y/o podemos construir para nosotros un día a día normalizado (definamos qué sería para nosotros un día normalizado….)